Las partículas suspendidas representan el principal problema de salud pública, ya que sus efectos dependen de la concentración, composición química y tamaño. El riesgo es mayor a medida que se reduce el tamaño de la partícula, y el incremento en la concentración está relacionado con enfermedades respiratorias, cardiovasculares y un incremento en el riesgo de mortalidad.
Durante la temporada seca los incendios forestales generan grandes cantidades de partículas de combustión y gases precursores de aerosoles.
La Norma Oficial Mexicana (NOM-025-SSA1-2021) establece el cumplimiento gradual para valores límites de partículas suspendidas PM10 y PM2.5, en los años 2024 al 2025 se especifican las concentraciones:
PM10:60 µg/m3 para el promedio 24 horas y 28 µg/m3 para el promedio anual.
PM2.5::33 µg/m3 para el promedio 24 horas y 10 µg/m3 para el promedio anual.
Las partículas suspendidas tienen una diversidad de fuentes y composición.
Su tamaño va desde algunas fracciones de milímetro hasta algunos nanómetros.
Son emitidas de manera natural o por las actividades humanas, también se pueden formar en la atmósfera de reacciones químicas.
En la atmósfera se forman partículas secundarias a partir de reacciones químicas o fotoquímicas.
Estas partículas tienen tamaños pequeños (menores a 1 micrómetro) y tienen un impacto importante en la visibilidad.
El viento provoca la suspensión del polvo de suelos erosionados o sin cubierta vegetal generando tolvaneras al norte y oriente de la ciudad.
Al circular, los vehículos provocan la resuspensión del polvo del suelo.
El volcán Popocatépetl emite ceniza volcánica que es principalmente roca pulverizada, además de vapores de ácidos minerales.
La quema de combustibles fósiles en los automóviles y en la industria generan carbono negro, partículas ultrafinas y gases que se condensan en forma de partículas líquidas.